Ediciones desde el borde

Artesanía editorial

Quererte a ti

Carta de un chico de entre 20 y 25 años a su novia.


Sé que esta canción no se parece a esas canciones que escuchamos mientras ponemos sin volumen el séptimo sello o los cuatrocientos golpes pero el otro día en el bar del barrio sonó y el camarero la cantaba y pensé «joder, es eso».

Y hoy te escribo.

Cuando te quiero es como si algo apretara aquí, en el pecho. Calor literal entre el estómago y las costillas. No es metáfora. Es físico. «El fuego que me nace en las entrañas» suena a mierda de canción romántica pero es que es así. Quemando.

Y lo peor es que puedo verme. Mientras me pasa. Como si hubiera dos: uno sintiendo todo a tope y otro ahí mirando pensando «vale tío, ya está, te estás pasando». Pero no puedo parar. Es como tocar dos instrumentos y que suenen a la vez sin escucharse. Uno a todo volumen, el otro intentando poner orden. No se coordinan. Nunca.

Luego está que necesito que las cosas encajen. Si pasa A entonces B. Y estoy todo el rato verificando: «¿pasó esto? ¿respondió así?». No es que dude de ti. Es que mi cabeza necesita coherencia y cuando algo chirría se queda ahí, atascada, dándole vueltas. Como cuando tocas una nota y está desafinada y no puedes seguir hasta que la ajustas. Pero no hay forma de ajustarla porque simplemente somos diferentes.

«Conjugar el verbo amar en soledad».

Esa frase me mató.

A veces siento que toco en una tonalidad y tú en otra. Y yo necesito traducir todo y cuando no puedo me atasca.

He pasado años intentando dosificar esto. No agobiar. Parecer normal. Pero contigo no quiero. Porque tú tampoco eres normal. Tú entiendes que cuando te pido confirmación verbal no es porque sea inseguro. Es que no sé leer entre líneas. La ambigüedad me mata.

No te pido que arregles nada. Solo que sepas que existe. Que a veces hay una parte de mí tocando a contracorriente. Aunque todo vaya bien.

Mi forma de quererte es intensa. Demasiado analítica. Contradictoria. Varios instrumentos a la vez sin coordinarse. Pero confío en que tú puedes verlo sin pensar que estoy roto.

Porque tú también tienes tus cosas raras.

Y quizás lo nuestro es eso. Dos formas raras intentando sincronizarse. Con todas las disonancias.

Te escribo esto para que lo conozcas. Para que cuando veas la intensidad sepas que no es dramatismo. Es mi forma de quererte. Con todo al máximo y sin poder bajarlo.

Gracias por no verme como un problema.

Durante años he intentado atenuar esto. Dosificar mi intensidad para no saturar a nadie. Modular mis respuestas para que parezcan «normales». Y me di cuenta, escuchando esa canción, que eso es exactamente lo que no quiero hacer contigo. Porque tú no procesas el mundo como se supone que hay que hacerlo. Tú entiendes que cuando te digo que necesito confirmación verbal explícita de que estamos bien, no es inseguridad emocional tipo romcom. Es que no puedo inferir información implícita con fiabilidad, y la ambigüedad me genera un malestar que me paraliza.

No te estoy pidiendo que compenses esto que soy. Solo necesito que sepas que existe. Que a veces, incluso cuando todo funciona bien, incluso cuando estoy contigo y soy feliz, hay una parte de mí que está tocando a contracorriente. Y que esa dinámica interna no tiene nada que ver contigo, pero afecta cómo experimento quererte.

Supongo que lo que intento decir es: mi forma de quererte viene con toda esta forma particular de funcionar. Es intensa porque amplifica todo. Es analítica porque necesita patrones coherentes. A veces parece contradictoria porque varios instrumentos tocan en paralelo sin coordinarse bien. Pero confío en que tú puedes ver cómo funciono por dentro sin interpretarlo como algo roto. Porque tu forma de entender el mundo probablemente tenga sus propias rarezas, diferentes a las mías. Y quizá lo nuestro es eso: dos formas raras de procesar el mundo aprendiendo a sincronizarse, con todas las diferencias de tono, los errores de traducción y los momentos de desincronización incluidos.

Te comparto esto no para que lo arregles, sino para que lo conozcas. Para que cuando veas esa intensidad asomarse, sepas que no es dependencia ni dramatismo. Es simplemente mi forma de procesar quererte. Con toda su intensidad, su necesidad de verificación constante, su estar siempre alerta, su incapacidad para bajar el volumen.

Y sé que lo entiendes porque tú también funcionas fuera de lo estándar. Solo que de forma distinta. Y tal vez lo nuestro es eso: dos formas diferentes de sonar aprendiendo a comunicarse sin perder información en la traducción.

Gracias por ser el tipo de persona que puede leer esto y entenderlo como dato, no como enfermedad.